27. La tradición católica como fundamento de la religión:
Aunque ya se hacía desde la Edad Media, en 1965, como resultado del Segundo Concilio Vaticano, el Papa Pablo VI promulgó oficialmente la Constitución Dogmática sobre la Revelación Divina, titulada "Dei Verbum", donde establecía la doctrina de la llamada “tradición sagrada” de la iglesia, la cual dice que la tradición religiosa tiene el mismo nivel de importancia que la autoridad de la Escritura.
La tradición católica (con toda su forma litúrgica, oraciones, y enseñanzas extras de los obispos) es oficialmente considerada al mismo nivel de las Biblia por los católicos. De este modo, el catolicismo no cree que la Biblia sea la base de la fe; según el documento, la tradición debe ser considerada como fundamento para la interpretación de los textos bíblicos y la determinación de los ritos religiosos. Para sonar convincentes, la iglesia católica afirma que las tradiciones que ellos tienen y enseñan fueron pasadas de generación en generación, comenzando por los apóstoles, pero eso es una gran mentira que cualquiera que lea la Biblia puede darse cuenta. También se jactan de que los llamados “Padres de la Iglesia” (teólogos como Ambrosio de Milán, Agustín de Hipona, Tomás de Aquino, Gregorio, Jerónimo, Crisóstomo, etc.) afirmaban muchas de sus doctrina desde hace mucho tiempo, y que por lo tanto es verdadera. Su forma de entender y practicar la religión descansa en la tradición de hombres, falibles y limitados de entendimiento, como todos lo somos. Los líderes católicos modernos explican el cambio de posturas a lo largo del tiempo diciendo que la fe católica va “mejorando” con el paso del tiempo y afirman que los dogmas católicos han necesitado ser clarificados por los posteriores líderes de la iglesia y decretos católicos porque no eran muy bien entendidos por todos los creyentes antes de que “el papa” los explicara, pero ésto usualmente se realiza a decretos papales o de obispos que siguen contradiciendo las Escrituras con tal de aferrarse a su tradición dogmática.
La tradición católica (con toda su forma litúrgica, oraciones, y enseñanzas extras de los obispos) es oficialmente considerada al mismo nivel de las Biblia por los católicos. De este modo, el catolicismo no cree que la Biblia sea la base de la fe; según el documento, la tradición debe ser considerada como fundamento para la interpretación de los textos bíblicos y la determinación de los ritos religiosos. Para sonar convincentes, la iglesia católica afirma que las tradiciones que ellos tienen y enseñan fueron pasadas de generación en generación, comenzando por los apóstoles, pero eso es una gran mentira que cualquiera que lea la Biblia puede darse cuenta. También se jactan de que los llamados “Padres de la Iglesia” (teólogos como Ambrosio de Milán, Agustín de Hipona, Tomás de Aquino, Gregorio, Jerónimo, Crisóstomo, etc.) afirmaban muchas de sus doctrina desde hace mucho tiempo, y que por lo tanto es verdadera. Su forma de entender y practicar la religión descansa en la tradición de hombres, falibles y limitados de entendimiento, como todos lo somos. Los líderes católicos modernos explican el cambio de posturas a lo largo del tiempo diciendo que la fe católica va “mejorando” con el paso del tiempo y afirman que los dogmas católicos han necesitado ser clarificados por los posteriores líderes de la iglesia y decretos católicos porque no eran muy bien entendidos por todos los creyentes antes de que “el papa” los explicara, pero ésto usualmente se realiza a decretos papales o de obispos que siguen contradiciendo las Escrituras con tal de aferrarse a su tradición dogmática.
En su Ensayo y Carta sobre la tolerancia, John Locke explicaba que la diferencia entre los fundamentos de donde parten tanto el catolicismo como el cristianismo evangélico hacen que éstas sean religiones bastante distintas. En sus palabras, "los papistas y los luteranos, aunque ambos profesen la fe en Cristo y son llamados 'cristianos', no son, sin embargo, de la misma religión; porque éstos últimos no reconocen otra cosa que la Sagrada Escritura como base y regla de su religión, y aquellos toman en cuenta además las tradiciones y decretos de los papas, y ambas cosas hacen la regla de su religión”.
Según lo que enseña la Biblia, la doctrina fundamental correcta es que solamente la Palabra de Dios debe ser el punto de partida y fundamento para conocimiento de la vida espiritual humana, y ésta es la única regla de interpretación para dar una aprobación o desaprobación de las tradiciones humanas. Las interpretaciones religiosas y tradiciones humanas que no se conforman a los principios completos de la Biblia deben ser consideradas peligrosas, falsas o engañosas. Pedro reconoció que en porciones de la Biblia, "hay algunas cosas difíciles de entender, que los ignorantes e inestables tuercen--como también tuercen el resto de las Escrituras--para su propia perdición" (2 Pedro 3:15-17), pero ninguna profecía de la Escritura puede ser un asunto de interpretación personal, sino que es dada por el Espíritu Santo (2 Pedro 1:20; 2 Pedro 2:1-22).
La Biblia dice: "Cuídense de que nadie los haga cautivos por medio de su filosofía y vanas sutilezas, según la tradición de los hombres, conforme a los principios elementales del mundo y no según Cristo" (Colosenses 2:8). Pablo también reconoció, por experiencia propia, que cuando una persona es más celosa de las tradiciones de sus antepasados que del mensaje de Jesucristo, se está cayendo en un grave error (Gálatas 1:14). Este era también uno de los tropiezos más grandes de los fariseos religiosos y Jesucristo los confrontó duramente por ello en varias ocasiones. En Marcos 7, por ejemplo, afirmó que que ellos “Dejando el mandamiento de Dios, se aferran a la tradición de los hombres. También les decía: astutamente violan el mandamiento de Dios para guardar su tradición... invalidando así la palabra de Dios por su tradición, la cual han transmitido, y hacen muchas cosas semejantes a éstas” (Marcos 7:8-9; 13; cf. Mateo 15:1-6). Es claro que la tradición de los hombres nunca es norma en la Biblia. Este principio es conocido en la teología como "Sola Scriptura" y básicamente enseña que cuando la tradición no contradice el Evangelio, no hay problema, pero si la tradición contradice la Escritura, debe obedecerse la Escritura y desecharse la tradición.
Según lo que enseña la Biblia, la doctrina fundamental correcta es que solamente la Palabra de Dios debe ser el punto de partida y fundamento para conocimiento de la vida espiritual humana, y ésta es la única regla de interpretación para dar una aprobación o desaprobación de las tradiciones humanas. Las interpretaciones religiosas y tradiciones humanas que no se conforman a los principios completos de la Biblia deben ser consideradas peligrosas, falsas o engañosas. Pedro reconoció que en porciones de la Biblia, "hay algunas cosas difíciles de entender, que los ignorantes e inestables tuercen--como también tuercen el resto de las Escrituras--para su propia perdición" (2 Pedro 3:15-17), pero ninguna profecía de la Escritura puede ser un asunto de interpretación personal, sino que es dada por el Espíritu Santo (2 Pedro 1:20; 2 Pedro 2:1-22).
La Biblia dice: "Cuídense de que nadie los haga cautivos por medio de su filosofía y vanas sutilezas, según la tradición de los hombres, conforme a los principios elementales del mundo y no según Cristo" (Colosenses 2:8). Pablo también reconoció, por experiencia propia, que cuando una persona es más celosa de las tradiciones de sus antepasados que del mensaje de Jesucristo, se está cayendo en un grave error (Gálatas 1:14). Este era también uno de los tropiezos más grandes de los fariseos religiosos y Jesucristo los confrontó duramente por ello en varias ocasiones. En Marcos 7, por ejemplo, afirmó que que ellos “Dejando el mandamiento de Dios, se aferran a la tradición de los hombres. También les decía: astutamente violan el mandamiento de Dios para guardar su tradición... invalidando así la palabra de Dios por su tradición, la cual han transmitido, y hacen muchas cosas semejantes a éstas” (Marcos 7:8-9; 13; cf. Mateo 15:1-6). Es claro que la tradición de los hombres nunca es norma en la Biblia. Este principio es conocido en la teología como "Sola Scriptura" y básicamente enseña que cuando la tradición no contradice el Evangelio, no hay problema, pero si la tradición contradice la Escritura, debe obedecerse la Escritura y desecharse la tradición.
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