17. La doctrina de la Primacía de Simón Pedro: La Iglesia Católica enseña que el papel supremo de Pedro por encima de los demás Apóstoles fue dado por Cristo mismo cuando Él le dijo a Pedro: “Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia. Yo te daré las llaves del reino de los cielos; y lo que ates en la tierra, será atado en los cielos; y lo que desates en la tierra, será desatado en los cielos” (Mateo 16:18-19).
Los líderes católicos insisten que de esa forma, Pedro adquirió una autoridad superior o jerarquía mayor a la de los demás apóstoles. Esta doctrina, también referida a veces como el “Primado Petrino”, se apoya en la idea de que, después de que se terminó de escribir el libro de los Hechos de los Apóstoles en la Biblia, en algún momento desconocido, Pedro viajó a Roma y se convirtió en Obispo de la principal Iglesia que allí se encontraba, lo que de alguna manera lo convirtió en el primer “Papa” de la historia.
Aunque los historiadores no reconocen estos hechos y los católicos mismos admiten que ese título nunca fue aplicado a Pedro en vida, aún así se les hace pensar a los feligreses que él ejerció una forma de gobierno similar al pontificado católico, el cual consiste en una organización religiosa basada en Roma, donde los hombres son asignados en una estructura de poder con jerarquías eclesiásticas.
El catolicismo enseña que Pedro ejerció su autoridad sobre los demás obispos por más de treinta años hasta que la persecución perpetuada por el Imperio de Nerón destruyó la ciudad con el Gran incendio de Roma (ca. 64). Según el libro apócrifo "Hechos de Pedro" (siglo II), primer documento histórico que contiene esta versión, Pedro fue crucificado de cabeza. Se dice que esto fue a propia petición, porque se consideraba indigno de morir como Su salvador.
Los católicos indican que estos eventos sucedieron en el mismo lugar donde hoy en día se encuentra la Basílica de San Pedro en el Vaticano (la cual, fue construida sobre un cementerio pagano que algunos líderes católicos dicen contiene la tumba de Pedro y sus restos humanos, ocultos al público por disposición oficial).
Como registro histórico de la doctrina de Primacía de Pedro, los católicos señalan la apócrifa Epístola a los Romanos (ca. 105-110 d.C.) escrita por Ignacio de Antioquía, en donde se hace alusión al liderazgo de Pedro y Pablo como líderes de los creyentes que dieron mandatos a las iglesias de Roma (aunque ambos se mencionan a un mismo nivel de importancia).
Fue Juan Crisóstomo (ca. 349-407), patriarca de Constantinopla, a quien se le atribuyen las primeras referencias a Pedro como "la Roca" o “la Piedra” en sentido de líder supremo de la Iglesia. Crisóstomo escribió que Pedro era “la boca de todos los apóstoles, la cabeza de esa tribu, el gobernante de todo el mundo, el fundamento de la Iglesia”.
Esta doctrina fue ratificada como una creencia indiscutible y dogmática para los católicos en el Primer Concilio Vaticano (1869–70). El Catecismo de la Iglesia (#552) también enseña que Pedro ha sido y siempre seguirá siendo "la inquebrantable roca de la Iglesia".
Los líderes católicos insisten que de esa forma, Pedro adquirió una autoridad superior o jerarquía mayor a la de los demás apóstoles. Esta doctrina, también referida a veces como el “Primado Petrino”, se apoya en la idea de que, después de que se terminó de escribir el libro de los Hechos de los Apóstoles en la Biblia, en algún momento desconocido, Pedro viajó a Roma y se convirtió en Obispo de la principal Iglesia que allí se encontraba, lo que de alguna manera lo convirtió en el primer “Papa” de la historia.
Aunque los historiadores no reconocen estos hechos y los católicos mismos admiten que ese título nunca fue aplicado a Pedro en vida, aún así se les hace pensar a los feligreses que él ejerció una forma de gobierno similar al pontificado católico, el cual consiste en una organización religiosa basada en Roma, donde los hombres son asignados en una estructura de poder con jerarquías eclesiásticas.
El catolicismo enseña que Pedro ejerció su autoridad sobre los demás obispos por más de treinta años hasta que la persecución perpetuada por el Imperio de Nerón destruyó la ciudad con el Gran incendio de Roma (ca. 64). Según el libro apócrifo "Hechos de Pedro" (siglo II), primer documento histórico que contiene esta versión, Pedro fue crucificado de cabeza. Se dice que esto fue a propia petición, porque se consideraba indigno de morir como Su salvador.
Los católicos indican que estos eventos sucedieron en el mismo lugar donde hoy en día se encuentra la Basílica de San Pedro en el Vaticano (la cual, fue construida sobre un cementerio pagano que algunos líderes católicos dicen contiene la tumba de Pedro y sus restos humanos, ocultos al público por disposición oficial).
Como registro histórico de la doctrina de Primacía de Pedro, los católicos señalan la apócrifa Epístola a los Romanos (ca. 105-110 d.C.) escrita por Ignacio de Antioquía, en donde se hace alusión al liderazgo de Pedro y Pablo como líderes de los creyentes que dieron mandatos a las iglesias de Roma (aunque ambos se mencionan a un mismo nivel de importancia).
Fue Juan Crisóstomo (ca. 349-407), patriarca de Constantinopla, a quien se le atribuyen las primeras referencias a Pedro como "la Roca" o “la Piedra” en sentido de líder supremo de la Iglesia. Crisóstomo escribió que Pedro era “la boca de todos los apóstoles, la cabeza de esa tribu, el gobernante de todo el mundo, el fundamento de la Iglesia”.
Esta doctrina fue ratificada como una creencia indiscutible y dogmática para los católicos en el Primer Concilio Vaticano (1869–70). El Catecismo de la Iglesia (#552) también enseña que Pedro ha sido y siempre seguirá siendo "la inquebrantable roca de la Iglesia".
En la Biblia, cuando
Cristo dijo “sobre
esta
piedra
edificaré mi iglesia”,
Él acababa de preguntar a sus discípulos: “
Vosotros,
¿quién decís que soy yo? Respondiendo
Simón Pedro, dijo:
Tú
eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”
(Mateo
16:15-16).
El contexto indica que el fundamento de fe se refiere a la confesión de fe que Pedro acababa de hacer: “Cristo es el Mesías, el Hijo de Dios”
es la base fundamental que une a los creyentes de la Iglesia
espiritual de Cristo. El mismo contexto
muestra que no es posible que la persona de Pedro sea considerada la
piedra,
porque justo después, Pedro trató de evitar que Cristo fuera a la
cruz, y Cristo, “volviéndose
Él, dijo
a Pedro:
¡Quítate de delante de mí, Satanás!
Me
eres
piedra de tropiezo;
porque no estás pensando en las cosas de Dios, sino en las de los
hombres”
(Mateo
16:23);
además, de que Pedro mismo negó tres veces a Jesús durante su
arresto. La Biblia muestra
que, luego de arrepentirse, Pedro fue un líder principal en la
Iglesia de Jerusalén y
su papel era predicar el Evangelio en el pueblo
(Hechos
2:14-15; 2:3-38; 10; 11).
Hechos también indica
que éste liderazgo era
compartido
al mismo nivel junto a Bernabé, Pablo, Jacobo, Judas, Barsabas,
Silas, y otros discípulos, ancianos y hermanos en comunión
fraternal (Hechos
1:12-14;
2:37-42; 15:6). Los cristianos del primer siglo no tenían jerarquías de autoridad;
el liderazgo de los obispos, pastores o ancianos era una función
igual
de importante en todos,
NO una posición
de
superioridad sobre
nadie,
porque
“todos
los que habían creído estaban juntos y tenían todas las cosas en
común; vendían todas sus propiedades y sus bienes y los compartían
con todos, según la necesidad de cada uno”
(Hechos
2:44-45). La
enseñanza de
Cristo
“todo
lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que
desatéis en la tierra, será desatado en el cielo” no
fue dada exclusivamente a Pedro, sino a todos sus discípulos
(Mateo
18:18).
Pedro nunca reclamó una posición de autoridad por encima de los
otros apóstoles y
en
ninguna parte de sus escritos (1a
y 2a
de Pedro)
se halla
mención
alguna
a
esto
porque Cristo mismo había dejado claro a sus doce discípulos que Su
iglesia no tendría jerarquías de autoridad: “se
suscitó también entre ellos un altercado, sobre cuál de ellos
debería ser considerado como el mayor.
Y
Jesús les dijo:
Los reyes de los gentiles se enseñorean
de ellos; y los que
tienen autoridad
sobre ellos son llamados bienhechores. 26 Pero NO
es así con vosotros;
antes, el
mayor entre vosotros hágase como el menor,
y el que dirige como el que sirve”
(Lucas
22:25-26);
“los
gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas y los
que son grandes ejercen sobre ellas potestad.
Mas entre
vosotros NO
ha
de ser
así”
(Mateo
20:25-28; cf.
18.1-5,
Mr.
9:33-37; Lc. 9.46-48).
La Biblia enseña
que “Dios
solamente es la
roca y la
salvación”
(Salmos
62:1-2, 6-8).
Por
ello, el Mesías
es la ÚNICA
roca
espiritual:
“cada
uno tenga cuidado cómo edifica
encima. Pues nadie puede poner otro fundamento que el que ya está puesto, el cual es Jesucristo”
(1 Corintios 3:11).
Quienes
son hechos parte de la familia de Dios, son “edificados
sobre el fundamento de los apóstoles y profetas
[la fe en
el Mesías Cristo], siendo Cristo Jesús mismo la piedra angular, 21en quien todo el edificio, bien ajustado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor”
(Efesios 2:19-21). Los profetas habían hablado del Mesías como piedra angular de la Iglesia (Salmos 118:22, Isaías 28:16-17, Daniel 2:34-35; 2:44-45), Jesucristo se adjudicó a sí mismo esta profecía (Mateo 21:44; Lucas 20:18), Pablo lo reafirmó (Romanos 9:33) y Pedro mismo se refirió a Jesucristo como la Piedra (Hechos 4:10-12; 1 Pedro 2:6).
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