25. La confesión de pecados ante sacerdotes u obispos:
El
catolicismo enseña que, para ser perdonados por Dios, los católicos
deben ir y confesar los pecados que han cometido ante un sacerdote
aprobado por la Iglesia Católica. Esto es creído porque se cree que
los obispos tienen facultad de perdonar casi todos los pecados en
el nombre de Dios. Según la “penitencia” que decida el sacerdote
después de esto (que suele consistir en la repetición de un número de
rezos determinados), se les dice que Dios habrá perdonado sus
pecados. El Catecismo oficial de la Iglesia Católica lo establece
así: “la confesión, que consiste en la acusación de los
pecados hecha delante del sacerdote; la satisfacción, es decir, el
cumplimiento de ciertos actos de penitencia, que el propio confesor
impone al penitente para reparar el daño causado por el pecado”
(1450-1460, 1487-1492).
Hay
ciertos pecados considerados más “graves” que, para ser
perdonados, el catolicismo dice que debe entregarse una solicitud de
perdón
por medio de un proceso formal que avise a algún
líder de las jerarquías al respecto. Estos, a su vez, dependiendo
de la seriedad del asunto o el tipo de pecado, “absolverán” a la
persona, o llevarán la petición de perdón a obispos y sacerdotes
autorizados de una jerarquía mayor, o al mismo Papa. Este proceso se
realiza porque la Iglesia Católica ostente tener el poder de
intervenir en el perdón que Dios concede al hombre: el supuesto
proceso de “reconciliación” se realiza formalmente por medio de
uno de los tres tribunales de “Penitenciaría Apostólica”
del Vaticano.
Jesucristo
dijo que TODO tipo de pecados puede ser perdonado por Dios, excepto
aquél que cometieron los fariseos (Mateo 12:31). La Biblia no
dice que tengamos que hacer papeleos para reconciliarnos con Dios:
“Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel para
perdonarnos y purificarnos de toda impiedad” (1 Juan 1:9).
Jesucristo aseguró que Él mismo tiene toda la autoridad de
perdonar los pecados en la Tierra (Mateo 9:6).
La confesión de pecados mutua hacia otras personas (según Santiago 5:16) no tiene nada que ver con confesarlo a los líderes católicos: debe entenderse como una confesión hacia las personas que hemos dañado o hecho mal: nunca en la Biblia se dice que sea necesario hacerlo ante un sacerdote para poder ser perdonados. La idea de que eso sea obligatorio es totalmente anti-bíblica.
Jesucristo aseguró que los hombres podemos perdonarnos mutuamente nuestras ofensas también (sin la intervención de sacerdotes): “Si perdonáis a los hombres sus transgresiones, también vuestro Padre celestial os perdonará a vosotros” (Mateo 6:15). En otra parte del Evangelio, dijo a sus seguidores que habían sido llenos del Espíritu Santo: "A quienes perdonen los pecados, éstos les son perdonados; a quienes retengan los pecados, éstos les serán retenidos" (Juan 20:23).
La confesión de pecados mutua hacia otras personas (según Santiago 5:16) no tiene nada que ver con confesarlo a los líderes católicos: debe entenderse como una confesión hacia las personas que hemos dañado o hecho mal: nunca en la Biblia se dice que sea necesario hacerlo ante un sacerdote para poder ser perdonados. La idea de que eso sea obligatorio es totalmente anti-bíblica.
Jesucristo aseguró que los hombres podemos perdonarnos mutuamente nuestras ofensas también (sin la intervención de sacerdotes): “Si perdonáis a los hombres sus transgresiones, también vuestro Padre celestial os perdonará a vosotros” (Mateo 6:15). En otra parte del Evangelio, dijo a sus seguidores que habían sido llenos del Espíritu Santo: "A quienes perdonen los pecados, éstos les son perdonados; a quienes retengan los pecados, éstos les serán retenidos" (Juan 20:23).
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