jueves, 5 de julio de 2018

26. Las doctrinas de la Ley Canónica y Poder Secular

26. Las doctrinas de la ley canónica y el poder secular:
Históricamente, el catolicismo se ha adjudicado a sí mismo el poder de tener injerencia sobre gobiernos y asuntos seculares porque dice tener el permiso divino de hacerlo. Los Papas no solo se han dado a la tarea de promulgar nuevos dogmas canónicos (nuevas creencias o leyes religiosas obligatorias para todos los creyentes), sino también leyes civiles (nuevos estatutos seculares para todos los que vivan bajo su territorio). 

La justificación del poder secular de la ICAR se basa en el concepto de "constitución apostólica" (constitutio apostolica), el nivel más alto que se le concede al Papa para decretar nuevas leyes dogmáticas. El término proviene del latín "constitutio" y en tiempos del Imperio Romano se refería a cualquier ley emitida por el emperador. La Iglesia Católica Romana tomó el concepto de ley canónica (jus canonicum) como un poder heredado de la ley Romana después de la caída del imperio romano de Occidente y así justificó su adquisición del poder secular. En base a esta idea, los papas gobernaron diversos territorios como jefes de estado, estableciendo leyes seculares para todos los miembros de la sociedad donde ejercieron su poder. Lo hicieron durante la Edad Media, desde el año 752, en territorios italianos, cuando el rey Pipino el Breve le otorgó la ciudad de Roma y sus territorios de alrededor al Papa Esteban II, quien la había reconocido como el rey. Más tarde, la Iglesia Católica adquirió tierras en otros países, que eran llamadas "Patrimonio de San Pedro". Se hizo de un propio ejército. A los diversos territorios que eran gobernados por los líderes católicos se les conocería como “Estados Pontificios”. Allí los Papas ejercieron autoridad civil y la administración de los recursos estatales. 
"Los Estados Pontificios llegaron a abarcar prácticamente todo el centro de Italia, alcanzando su mayor extensión territorial en el siglo XVI. Casi todos los territorios anexionados estuvieron bajo el poder del Papa hasta 1797, cuando las tropas de Napoleón Bonaparte invadieron los territorios y crean la República Romana. El Papa Pío VII recuperó el poder sobre los territorios en 1801 el papa y durante el Congreso de Viena de 1815 se le restituyeron casi todas las posesiones manteniendo la zona bajo vigilancia austriaca. La disolución de los Estados Pontificios tuvo lugar en 1870, tras la unificación italiana bajo la hegemonía de Víctor Manuel II que anexionó los territorios romanos al naciente país".
Tuvieron el poder secular por siglos hasta que diversas revoluciones y reformas del siglo XIX y XX en diversos países fueron relegando el poder de la Iglesia de Roma a asuntos en los que sólo tuvieran injerencia dentro de su propia organización.  

Sin embargo, durante la época del fascismo italiano, en el año de 1929, Benito Mussolini otorgó al Vaticano su cualidad de Estado Independiente por medio de los Pactos de Letrán. A partir de entonces la Ciudad del Vaticano se ha considerado el país más pequeño del mundo y cada Papa en turno ha sido considerado Jefe de Estado con funciones administrativas, con un banco propio donde reciben las donaciones de feligreses de todo el mundo. La sede papal, conocida como la Santa Sede (ubicada en la Catedral de San Pedro en la ciudad del Vaticano) ocupa un lugar preeminente entre las demás sedes católicas episcopales porque constituye el gobierno central del Estado-institución y una entidad política soberana propiamente dicha. Una sección llamada “Oficina de prensa de la Santa Cede” publica un boletín que reporta a la prensa internacional informes sobre asuntos y acciones seculares que realizan.


Jesucristo habló con mucha precisión acerca de la separación entre el gobierno secular del mundo y su Iglesia verdadera. Él enseñó que es necesario "dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios" (Lucas 20:25; Mateo 22:21, Marcos 12:17),lo cual es una exigencia de no mezclar las cosas: el César no tiene jurisdicción ni facultad de decidir sobre lo que es de Dios, y a Dios no le interesa administrar los asuntos del César ni ejercer el poder de un imperio secular. 

Eso fue claro cuando, luego de haber alimentado a una multitud, "Aquellos hombres entonces, viendo la señal que Jesús había hecho, dijeron: Este verdaderamente es el profeta que había de venir al mundo. Pero entendiendo Jesús que iban a venir para apoderarse de él y hacerle rey, volvió a retirarse al monte él solo" (Juan 6: 14-15). Cristo también lo dejó claro ante a Pilatos, quien preocupado de que Él fuese el "rey" secular del pueblo judío y temiendo que fuera a reclamar su gobierno en lugar de él: "Jesús respondió: Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, entonces mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; mas ahora mi reino no es de aquí" (Juan 16:36). Jesús no estaba interesado en ser gobernante secular de gente por la fuerza, ni tampoco estaba interesado en discutir sobre las leyes seculares que tendrían que imponerse en un Estado. 

Él también dio instrucciones a sus seguidores de NO ejercer autoridad o poder estatal sobre las naciones: "Entonces Jesús, llamándolos, dijo: Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad. Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo" (Mateo 20:25; ca. Lucas 22:25). Aquellos que ostentan el derecho de gobernar a los pueblos enseñoréandose de ellos, no están obedeciendo el Evangelio de Jesucristo en este aspecto. 

El apóstol Pablo también enseñó que la verdadera Iglesia de Cristo debe juzgar a los que están dentro de la iglesia pero no le compete juzgar a los de afuera porque Dios mismo los juzgará en el futuro (1 Corintios 5:12; 6:1). Jesucristo mismo se negó a hacer injerencia como juez sobre asuntos seculares entre hombres (Lucas 12:13-14) y Él nos dice que debemos seguir su ejemplo en todo, y no andar como los gentiles. "El que dice que permanece en El, debe andar como El anduvo" (1 Juan 2:6) 

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